La forma en que nuestras vidas digitales se han mezclado con nuestro mundo físico ha traído nuevos e importantes desafíos para padres, madres, cuidadores y docentes. No solo porque es esencial enseñar a los niños cómo leer y comprender la información que está disponible online y, en general, navegar por Internet, sino especialmente por la larga y potencialmente abrumadora lista de riesgos que acechan en el mundo online.
A medida que los niños se acostumbran a sus rutinas escolares, este es el momento perfecto para que padres, madres y educadores guíen a los niños y adolescentes hacia una vida digital segura.
Al igual que los adultos, los niños deben aprender a usar las contraseñas de forma segura. Puede ayudarlos explicándoles por qué deben usar contraseñas seguras y únicas, y por qué luego deben resguardarlas en privado. Y que incluso son importantes para sus videojuegos, ya que una contraseña segura puede proteger su inventario de juegos de cualquiera que intente robarlo.
De hecho, deberían considerar el uso contraseñas en formato de frase, en lugar de palabras simples y fáciles de adivinar. Las contraseña en formato frase constan de varias palabras. Y si bien incluyen distintos tipos de caracteres y son largas, no son tan largas y complejas como para no poder memorizarlas. Algo así como “¡HarryPotterY5DinoNuggies!” es mucho mejor que, digamos, “cereza”.
Y asegúrese de enfatizar que sus contraseñas o frases de contraseña nunca deben compartirse con nadie, así como también que es importante activar la capa adicional de seguridad conocida como autenticación en dos pasos o doble factor de autenticación, que la mayoría de los servicios online ofrecen. Si es necesario, ayúdelos a configurar esta opción de seguridad para proteger aquellas cuentas o servicios online que contienen datos personales importantes.
Si bien es importante explicar a los más pequeños el valor de nuestros datos, tenga en cuenta que incluso los adolescentes mayores no siempre comprenden todas las implicaciones de compartir su información personal online, ni el riesgo que existe de que se conviertan en víctimas de phishing.
Explíqueles que nunca deben abrir enlaces enviados por personas que no conocen y que, si un amigo envía algo a través de una aplicación de mensajería, antes de hacer clic en el enlace siempre deben confirmar si realmente lo envió el amigo, que el enlace es válido y seguro, o si es spam. Y, sobre todo, que sepa que nunca debe compartir su nombre completo, DNI, dirección o datos bancarios a nadie.
Como padre, madre o educador, considere los riesgos. Es muy probable que los niños y adolescentes rompan las reglas. Así que hágales saber que, si esto sucede por alguna razón, nunca deben revelar a qué escuelas asisten o las direcciones de sus casas.
Crecer en la era digital significa que todos sus datos están en Internet, ya sea en una plataforma gubernamental o en el perfil de redes sociales de un padre que muestra a sus pequeños. Ya están utilizando sistemas de reconocimiento facial, almacenando datos de salud recopilados por dispositivos wearables, teniendo sus calificaciones en una base de datos online y compartiendo sus datos personales para registrarse en plataformas de videojuegos. No hay escapatoria.
Por otro lado, es importante que comprendan cómo se pueden utilizar estos datos. Explíqueles que es valioso para las empresas ya que les permite perfilarlos, que las redes sociales los utilizan para orientar anuncios, que para los gobiernos son útiles para recopilar información sobre sus ciudadanos y, en última instancia, que nuestros datos son una fuente de ingresos para los cibercriminales que pueden usarlos para distintos tipos de acciones fraudulentos.
En cierto modo, los dispositivos móviles como computadoras, smartphones y tabletas pueden haber agregado un nuevo significado al concepto de “computadora personal”. Pero lo cierto es que las computadoras fueron construidas para ser utilizadas por usuarios individuales y no para ser compartidas. Es posible que los adolescentes no sepan esto y sean propensos a compartir sus dispositivos con amigos cuando muestran imágenes, juegan videojuegos móviles o “simplemente revisan algo en TikTok”.
Sin embargo, incluso si esto sucede, siempre debe hacerse bajo su supervisión. No solo por una cuestión de seguridad para evitar bromas no tan graciosas, sino también para proteger su información privada. Y, por si acaso, también recuérdeles que nunca presten sus dispositivos a alguien que no conocen, y esto no está sujeto a debate.
Otro tema que tanto padres, madres como educadores no deben evitar es el “peligro de los extraños”. Además de decirles a los niños y niñas que no entren en el auto de un extraño, recuérdeles que Internet es solo un gran lugar público lleno de extraños. Explique lo que puede suceder, asumiendo el peor de los casos, y cómo prevenir cualquier daño.
Sus hijos deben saber que Internet es un lugar donde las personas, escondidas detrás de las computadoras, pueden ser malas. Cuanta más información compartan los niños, mayor será el daño potencial; en otras palabras, mayor será la probabilidad de que adultos con malas intenciones puedan ganar su confianza y amistad o usarlas en su contra.
Enseñe a los niños a tener cuidado, no solo con las personas que no conocen, sino también con las personas que conocen. Explíqueles el significado de conceptos como ciberacoso y grooming, y cómo los extraños se toman el tiempo para construir amistades falsas y engañar a los jóvenes para que compartan datos personales e incluso contenido sexual, lo que puede resultar en intimidación, miedo y posible daño físico.
Puede ser realmente desafiante guiar a las infancias a través de los peligros del mundo físico y virtual. Es difícil incluso para los adultos. En el caso de los adolescentes, no siempre están dispuestos a escuchar las opiniones de los adultos sobre Internet; al fin y al cabo, algunos de ellos pertenecen a la primera generación de auténticos nativos digitales.
Para lograr que el mensaje quede grabado, no se resista ni los condene por las aplicaciones que usan o los juegos que juegan; únase a ellos, ayudándolos a instalar esas aplicaciones y tomándose el tiempo para jugar con ellos. Cree las cuentas, comparta contenido, discuta los posibles peligros y haga que su propia experiencia sea parte de la conversación.
Habiendo dicho eso, es posible que aún le preocupe qué tipo de sitios web visitan sus hijos o cuánto tiempo pasan online. Aquí es donde entra en juego la tecnología, como el software de control parental, ya que puede, entre otras cosas, proteger a los niños del contenido dañino. Es importante destacar que este software se considera mejor como una forma de atención, en lugar de una especie de control impuesto. Puede ser particularmente útil con los niños más pequeños, al menos hasta que crezcan y puedan valerse por sí mismos.